Algunas Opciones Frente a la Migración para una Sociedad Lacerada
Por B. Eduardo Rivera Villalobos *
Por B. Eduardo Rivera Villalobos *
Como personas, como Humanidad, migrantes o residentes extranjeros, experimentamos una desarticulación histórica: Nuestra misma apatía e individualismo, ha convertido a la modernidad en una época violenta, descarnada, donde todo acto social está precedido por el descobijo económico, político y moral. La organización social parece haber desaparecido con los primeros siglos de la época moderna, y esto se demuestra en la falta de apoyo frente a los problemas de migración, con las deportaciones masivas que Estados Unidos de américa continúa planeando y haciendo.
En redes sociales, pláticas con los amigos o familiares, incluso las publicaciones de los periodistas, se señala y se responsabiliza de esta acción a figuras gubernamentales, como Donald Trump, Claudia Sheinbaum o cualquier otro gobernante, sin embargo, no hemos direccionado la mirada a la capacidad de acción que tenemos para transformar la realidad. Pareciera que hablar de política en términos de organización social revive al fantasma del comunismo, pero esto es por los discursos dominantes que pretenden desarticularnos como sociedad ¡Y vaya que lo han logrado!
Si los migrantes experimentan problemas por su condición de ilegalidad, si son detenidos de manera violenta o si experimentan algún tipo de transgresión en sus derechos, ¡Ese es su problema! Así es como pensamos en el otro, en quien no es parte de nuestro círculo social más cercano, pero los problemas económicos, políticos, culturales y humanos son problema de todos, pues es la acción colectiva desde donde construimos el mundo.
Teniendo esto en cuenta, es necesario criticar nuestros actos y los modos de pensar, pues no basta con proponer la participación política como ciudadanos en torno a lecciones presidenciales; se requiere de una participación activa y constante y de una actividad política contundente sobre la realidad.
Ahora bien, no basta solamente con formar pequeños grupos o asambleas para discutir los problemas o para efectuar apoyo para los migrantes; se requiere construir un sentido humanista, donde la solidaridad sea constante y donde los ciudadanos establecidos no discriminen a quienes necesitan establecerse en sus comunidades a transitar por su país, Se requiere, pues, de una incorporación del extranjero a la comunidad, a los centros y medios de trabajo, en los espacios educativos, de recreación cultural, ¡A la vida en sí misma!
Para nadie es un secreto que cualquier tipo de gobierno es ineficiente para que las personas de estratos sociales bajos puedan tener una vida digna; por eso existen quienes tratan de alcanzar el famoso sueño norteamericano, o más bien norteamericano estadounidense, pues América como continente sufre los estragos y las contradicciones del capitalismo.
Los embates de la decadencia social se acentúan en pequeños periodos de tiempo, por eso se requiere de un ejercicio político, donde la participación sea abierta y no se reduzca a ciudadanos legales, sino se piense y actúe bajo la condición de seres humanos, de iguales, si los gobiernos son incapaces de solucionar los problemas sociales es necesario dejar de delegar responsabilidades.
Un ejercicio de este tipo puede despertar las alarmas, no sólo para los gobernantes, sino para la población que se considera acomodada o para quienes piensan que, medianamente, tienen resuelta su vida. Así el miedo a perder trabajos, sus pertenencias y a la violencia, entre otros elementos, se hace presente; pero debemos considerar si aquello que perseguimos no es un espejismo igual o mayor al sueño americano.
Como humanidad estamos lacerados por el miedo, por la incertidumbre, pero más están los migrantes, pues son personas vulnerables y vulneradas; se requiere que seamos solidarios, empáticos, transitar en un sistema globalizado como iguales y organizarnos desde perspectivas humanitarias, comenzando por la localidad.
Las respuestas a nuestros problemas como seres humanos o a la migración en particular no se reducen a los gobernantes, o a los organismos nacionales e internacionales, ni siquiera a las leyes establecidas, pues éstas son imperfectas, incompletas y, en muchos casos, injustas para quienes viven en condiciones marginales, para quienes son excluidos, para quienes son migrantes.
De manera paralela puede y debe exigirse a las instancias gubernamentales y a esos actores que encarnan los intereses nacionales habilitar planes de acción, desarrollo y políticas públicas con resultados palpables, pensados, más no improvisados y, sobre todo, de largo plazo y alcance.
Es necesario despertar un sentido crítico accionario que nos convierta en actores contundentes, sólidos y organizados para hacer frente a los problemas que nos aquejan como sociedad.
*B. Eduardo Rivera Villalobos: Profesor Universitario maestrante en Gestión y Políticas Metropolitanas en la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM). Investigador social de laceraciones sociales e idealidad económica, además de la construcción de paralelismos políticos e ideológicos y de dispositivos digitales como sujeción cultural en los jóvenes del siglo XXI.