CUANDO EL RÍO DE DINERO BAJA
Lo que Revela la Caída Histórica de Remesas en México
CUANDO EL RÍO DE DINERO BAJA
Lo que Revela la Caída Histórica de Remesas en México
Siete meses consecutivos de caída en el envío de remesas a México. No es una cifra técnica ni un vaivén pasajero: es la racha más larga de descenso en más de una década y un síntoma claro de que algo se está moviendo -y no necesariamente para bien- en la relación económica y humana que une a México con sus migrantes en Estados Unidos. No se veía un fenómeno similar desde principios de 2008, cuando las turbulencias de la crisis financiera golpeaban de lleno a los trabajadores latinos al otro lado de la frontera.
Las remesas no son un simple flujo monetario: son la expresión más cruda, más íntima y más constante del vínculo entre quienes se fueron y quienes se quedaron. Son ahorro, sacrificio y apuesta a distancia. Cuando ese río se desacelera, vale la pena preguntarse qué está ocurriendo en su cauce.
Hoy convergen varias tormentas. Por un lado, la economía estadounidense se ha enfriado para los trabajadores migrantes. La inflación castiga, el costo de la vida sube y las oportunidades laborales especialmente en sectores que históricamente emplean a mexicanos, se han vuelto más inciertas. El migrante que antes podía enviar 300 dólares mensuales ahora envía 200, o pospone el envío para pagar su propia renta.
Por otro lado, las políticas migratorias estadounidenses han endurecido el clima emocional y laboral. Las amenazas de redadas, las deportaciones exprés en algunos estados y la retórica política que criminaliza al trabajador indocumentado generan un ambiente donde incluso mantener un empleo estable se vuelve un acto de resistencia. Menos estabilidad allá significa menos remesas acá.
Pero también hay factores internos. El peso fortalecido reduce el valor de cada dólar enviado cuando llega a manos mexicanas. En términos reales, una remesa de 100 dólares rinde menos que hace dos años; la familia receptora lo resiente y el migrante, al ver su esfuerzo diluido, a veces opta por enviar menos.
Lo verdaderamente preocupante no es únicamente la caída, sino lo que desnuda: La vulnerabilidad de millones de familias mexicanas que dependen de estos recursos para vivir. En muchos estados, las remesas superan incluso a la inversión pública local. Son el colchón que evita que comunidades enteras caigan en la pobreza.
Quizá esta racha descendente sea una advertencia. México no puede seguir confiando su estabilidad social a los flujos migratorios y a la capacidad de sus ciudadanos de sobrevivir lejos. Los migrantes han sostenido al país durante años; es momento de que el país construya un modelo que no dependa de que ellos lo sigan haciendo y de que los picos y valles del dólar decidan el destino de sus hogares.
Nora Oranday, Coordinadora de Acción en Plenitud para Adultos Mayores del Partido Acción Nacional