DE CARACAS A TIJUANA
La Onda Expansiva de un Probable Conflicto Bélico
DE CARACAS A TIJUANA
La Onda Expansiva de un Probable Conflicto Bélico
En la retórica de la "seguridad hemisférica", la idea de una intervención militar directa de Estados Unidos en Venezuela suele presentarse como una solución quirúrgica para remover un régimen hostil. Sin embargo, esta visión adolece de una miopía peligrosa: Ignora que las bombas en ese país detonarían una crisis humanitaria sin precedentes en toda la frontera que compartimos ambos países. Una invasión no frenaría el éxodo venezolano; lo convertiría en un tsunami incontrolable hacia el norte.
El desarrollo de la crisis sería inmediato. Actualmente, la migración venezolana que es impulsada por la economía; bajo un escenario de guerra, se transformaría en un flujo de refugiados de guerra. Las proyecciones conservadoras sugerirían que el número de desplazados se duplicaría en cuestión de meses, saturando la ya peligrosa ruta del Darién y atravesando Centroamérica con destino a la frontera entre México y Estados Unidos.
Para México, el impacto económico dejaría de ser un reto logístico para convertirse en una emergencia fiscal insostenible. La creación y mantenimiento de albergues para cientos de miles -o potencialmente millones- de refugiados conlleva costos astronómicos. No se trata simplemente de habilitar espacios físicos o carpas; mantener campamentos de refugiados de larga estancia implica garantizar cadenas de suministro de alimentos, millones de litros de agua potable diarios, servicios de saneamiento para prevenir epidemias y atención médica de emergencia.
A nivel local, los municipios fronterizos, que ya operan con presupuestos limitados, colapsarían. Se verían obligados a desviar fondos críticos destinados a infraestructura, educación y seguridad pública local para sostener la contención humanitaria. Sin un paquete de ayuda internacional masivo e inmediato -el cual históricamente suele llegar tarde y ser insuficiente-, el costo financiero de ser la "sala de espera" de Estados Unidos recaería directamente sobre el contribuyente mexicano, desacelerando la economía nacional y generando un resentimiento social interno por la competencia de recursos.
En el plano político, México se vería atrapado en una pinza; por un lado, la presión de Washington para cerrar el paso y, por el otro, la imposibilidad física y moral de detener a millones de personas huyendo de un conflicto bélico provocado por su vecino del norte. Para Estados Unidos, la invasión sería una paradoja autodestructiva, ya que tendría que gastar billones en una guerra exterior que termina desestabilizando su propia seguridad interior fronteriza.
La crisis migratoria en la frontera no se resuelve con cambios de régimen forzados a miles de kilómetros de distancia. Una intervención militar en Venezuela sería el prólogo de una tragedia humanitaria continental, donde la frontera mexicana dejaría de ser una línea divisoria para convertirse en el epicentro de un desastre hemisférico. La diplomacia es lenta y frustrante, pero la guerra es una fábrica de refugiados que ni el muro más alto puede contener.
Nora Oranday, Coordinadora de Acción en Plenitud para Adultos Mayores del Partido Acción Nacional