UN CATALIZADOR DE UNIDAD O DE DESAFÍO
Trump, Sheinbaum y Carney Ante el Mundial y el Futuro del T-MEC
UN CATALIZADOR DE UNIDAD O DE DESAFÍO
Trump, Sheinbaum y Carney Ante el Mundial y el Futuro del T-MEC
El próximo encuentro entre Claudia Sheinbaum, Donald Trump y Mark Carney, programado como antesala al sorteo del Mundial de 2026, es más que una reunión diplomática, es la radiografía anticipada del rumbo que podría tomar la relación norteamericana en un momento en que deporte, economía y política se entrelazan con una tensión inusual.
El Mundial -un gigantesco escaparate para Estados Unidos, México y Canadá- se ha convertido en el telón de fondo perfecto para ensayar las nuevas dinámicas trilaterales tras el regreso de Trump a la Casa Blanca. La Copa no solo pondrá a prueba la infraestructura deportiva y de seguridad de la región, sino también la capacidad de los gobiernos para proyectar estabilidad en medio de agendas profundamente distintas.
En el centro del tablero estará Claudia Sheinbaum, quien llega con el reto de defender el espíritu del T-MEC en momentos en que Trump ha insinuado revisar sus términos y endurecer las condiciones para México, particularmente en materia energética y laboral. Con un discurso que combina pragmatismo económico y autonomía política, Sheinbaum deberá navegar entre mantener un clima favorable para las inversiones -especialmente en el contexto del nearshoring- y evitar ceder de más frente a la presión trumpista.
Mark Carney, como figura con influencia en círculos financieros globales, representa la pieza moderadora del encuentro, alguien capaz de subrayar el impacto real que tendría cualquier sacudida al T-MEC sobre la estabilidad económica regional. Con mercados atentos a cada gesto, Carney apunta a recordar que el éxito del Mundial depende también de la certidumbre política y comercial que proyecten los tres países.
El deporte, aunque ajeno a la política en su esencia, será usado como argumento estratégico. El Mundial exige coordinación en temas tan sensibles como movilidad, seguridad, infraestructura fronteriza y flujos turísticos. Cualquier intento de Trump por impulsar redadas migratorias masivas o restricciones fronterizas durante el evento no solo sería un costo político global, sino un riesgo directo para la imagen del torneo y, sobre todo, para la economía norteamericana que depende de mano de obra migrante y estabilidad logística.
Sheinbaum, por su parte, buscará mostrar a México como socio confiable, capaz de atraer inversión sin renunciar a su soberanía energética. El reto será convencer a Trump, quien visualiza la relación comercial con una lógica de suma cero, de que la fuerza del T-MEC está precisamente en su integración.
Este encuentro no definirá por sí solo el futuro de la región, pero sí enviará señales clave, si Norteamérica apuesta por la cooperación trinacional o si el camino hacia el Mundial y hacia el siguiente ciclo económico será una carrera cuesta arriba llena de tensiones innecesarias.
Nora Oranday, Coordinadora de Acción en Plenitud para Adultos Mayores del Partido Acción Nacional