Lo interesante de su persona fue que se mostró (de acuerdo a lo que se lee de su obra, por cierto muy vasta) como el más intelectual de los políticos y el más práctico de los intelectuales.

 Diariamente escribía sobre los asuntos más concernientes a su trabajo como diplomático. 

Fue un hombre admirado en diversos países por su alto sentido de responsabilidad y por su compromiso con el país al que representaba. Según McGregor, escribir era su obsesión. 

“Por medio de sus artículos representa a México en el extranjero y ofrece respuestas sobre la política mexicana; promueve actividades económicas y comerciales, expone sus conocimientos sobre ciertos cultivos y propone su introducción en el agro mexicano, exhibe la fertilidad y posibilidades económicas del sur de México, planea sus opiniones y sugerencias sobre la política económica y manifiesta su interpretación sobre algunos hechos históricos”.

Lo que hace muy seguramente valioso este estudio sobre Matías Romero es el hecho de que se nos presenta a un personaje que no pierde actualidad por lo adelantado de sus ideas y porque precisamente éstas aún requieren de un estudio profundo de quienes trabajan en el gobierno mexicano. Como director de Hacienda sin duda aún tiene mucho que dar a las nuevas generaciones y ¿qué decir de aquellos que actualmente sirven en la Secretaría de Relaciones Exteriores? ¿y de aquellos que se mueven en el campo de los medios masivos de comunicación…?

Los intelectuales le admiraron también por su disposición al estudio de la forma de gobierno de otros países, sobre todo los europeos. Hablaba francés e inglés además del español. Su visión cosmopolita le hizo llegar a la consideración de que México podía adoptar algunas de las líneas de actuación política y moral (de Estados Unidos) para alcanzar su propio desarrollo”.

Se interesó por lograr dejar en claro los límites geográficos entre Guatemala y México, por las relaciones con China y Japón (para el comercio de productos mexicanos con el oriente) y se le considera el liberal mexicano más preocupado por el progreso de su país.

Y como para la posteridad, Matías Romero trabajó en un asunto que no es ajeno en la actualidad: la migración y el trato a los mexicanos en el extranjero, especialmente en los Estados Unidos de América.  

Según señala McGregor, el diplomático trabajó muy de cerca en las “reclamaciones de mexicanos por abusos cometidos en su contra como trabajadores en Estados Unidos, en los proyectos de tratados comerciales entre ambos países, en el tratado de fuerzas militares para combatir a los indios nómadas que amenazaban a los pueblos de ambos lados de la frontera, en los tratados de extradición que permitieran el retorno de los bandoleros a su país de origen para que en él fueran juzgados…” ¿Suena contemporáneo?